Son las 7 de la mañana, nos vemos todos en el aeropuerto de Barajas preparados para un viaje de 11 horas. Todo va perfectamente has que de repente al facturar el vuelo Madrid - Frankfurt nos encontramos la primera sorpresa : en el vuelo de Frankfurt a Delhi nos sentamos cada uno en una zona distinta del avión ... supongo que no es necesario contar la cara que se nos queda a los cuatro al pensar que en un viaje de mas de seis horas vamos a ir separados ...
Llegamos al aeropuerto de Frankfurt y nos presentamos con nuestra mejor sonrisa en la puerta de embarque para solicitar que nos coloquen a todos juntos. Pero claro, sin darnos cuenta que no estamos tratando con españoles sino con alemanes. Al principio nos dicen que es imposible, pero afortudamente la misma mujer a la que habíamos puesto verde por decirnos que era imposible, nos hace el favor de nuestra vida y nos consigue cuatro asientos todos juntitos. Evidentemente, como buenos españoles, le damos las gracias como si fuese nuestra mejor amiga.
Montamos en el avión, y como todo viaje de avión tiene poco que contar salvo que las películas que nos ponen son infumables : una en la que no pasa nada y otra de origen indio que se llama Chalo Dilli.
Por fin llegamos al aeropuerto de Delhi, pasamos todos los tramites y salvo el estrés para recoger la maleta. Por fin salimos del aeropuerto y nos encontramos con la primera situación totalmente inesperada para nosotros : un calor y humedad para la que no estamos preparados y que algo tan placentero como andar lo convierte en un ejercicio para valientes.
Resulta que ya hemos llegado, y nos encontramos en el aeropuerto de Delhi, con un calor insoportable esperandos a que nuestros amigos nos vengan a recoger. En ese momento se puede decir que comienza el arcoiris de sensaciones que supone viajar a una ciudad como Delhi: un clima infernal, el ejército con rifles en las puertas y sobre todo sentirnos totalmente descolocados en una ciudad como esta.
Por fin nos vienen a recoger, nos montan en una furgoneta en la que el conductor no pasa de 40 km /h y empezamos a intuir un poco lo que es esta ciudad : el mas absoluto caos.
Llegamos a casa de nuestros amigos y nos encontramos la primera sorpresa : la puerta trasera del coche que nos ha ido a recoger no se abre por lo que no podemos coger nuestras mochilas. Como buenos españoles, lo intentamos de todas las maneras pero es imposible, por lo que el conductor se va con las mochilas nuestras prometiéndonos que las trae a primera hora del día siguiente.
Entramos en casa de Aida y Sergio y nos encontramos la segunda sorpresa del día : nos dicen que no hay agua. Que por diversos motivos solo la encienden unas horas al día. Por lo que decidimos acomodarnos:
Después de superar nuestras primeras caras de poker, hacemos lo que más nos gusta a los españoles, reunirnos alrededor de comida y bebida como si no hubiese pasado el tiempo, y como si estuviésemos en cualquier bar de Madrid.
Esos son los momentos, en los que a pesar de las 11 horas de viaje, del calor insoportable, de no tener agua en la casa y de cualquier inconveniente, todos pensamos que merece la pena haber venido.
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